miércoles, 18 de julio de 2007

Shoeck y el Tetris


Asusta mirarse todos los días en esos espejos públicos que son los medios de comunicación. Y digo “mirarse” aún a mi pesar, ya que todos tenemos algo de culpa en el devenir de la opinión, que no surge de la nada, sino que, más bien se acomoda a un tímpano que quiere oír lo que oye.

Reconozcámoslo, allí abajo, en lo más profundo de nuestras entrañas, todas aquellas atrocidades que se cometen día a día son acopladas a modo Tetris en nuestro corazón, para así ir forjando ese demonio de un millón de cabezas que es la ideología. Poco tiene que ver la realidad. Simplemente entra, -o no- en los cánones previamente pactados con nuestro Ego.

Más tarde, en la ya famosa etapa de socialización, buscamos “agentes socializadores”, escuela, amigos, miembros del clan. Pero en esa fase entre lo consciente y lo inconsciente existe una base común que guía al ser humano. Helmut Shoeck lo definió claramente: Envidia. La envidia está allí donde se aloja el Ego. Es hermana del odio y madre del poder. Lo llevamos todos “El que esté libre de pecado tire la primera piedra”.Envidia es uno. Los huecos que dejamos en el Tetris se llenan de envidia. Me explico. Cada vez que no conseguimos aquello que anhelamos, lo cual ocurre muy a menudo, -tal vez más de lo que pensamos- se produce un vacío, que llenamos de resentimiento, a veces consciente, otras veces inconsciente. Esos resentimientos los enfocamos hacia todo aquello que represente el éxito contrario: una persona, un hecho, una actitud, un sentimiento… todo. Todo es envidia porque el ser humano cree que todo es poseíble. Y no todo lo es.
La envidia cumple esa función que no nos atrevemos a asumir, porque nos llevaría inevitablemente a una existencia insufrible. Si todo aquello que no somos capaces de conseguir pudiéramos explicarlo con la razón, el ser humano no sería hoy lo que es. Si los huecos del Tetris pudieran ser llenados, nos convertiríamos en máquinas asesinas incapaces de convivir, porque los vacíos no existen per se, sino que son creados por el hombre en su afán de construir –es decir crear, es decir actuar-. Por lo tanto,toda aquella tarea designada a llenar los huecos dejados por ese resentimiento es tramposa, ya que llena unos huecos que se crean al vivir, no después. Como en el Tetris los huecos siempre existirán porque las piezas, esto es las oportunidades que tiene el ser humano al existir, son cambiantes y múltiples, -y no son infinitas porque la existencia es limitada-.

El socialismo ha intentado rellenar los huecos. En su búsqueda del igualitarismo, no reparó en gastos a la hora de tasar al ser humano. Puso vallas al campo. Y vaya si las puso, pues la envidia siempre vuelve. Si se pudiera –que nunca se pudo, puede ni podrá- llegar a una sociedad como la que preconiza el socialismo, la igualdad –en todo lo igualable- nos haría ver la cruda realidad: que no existe la igualdad. Que yo soy más alto, tú eres más rápido… ¡y ya no habría excusas! ¿Cómo podría el hombre soportarlo? ¿Nos hermanaríamos y nos amaríamos eternamente?. Probablemente nos extinguiríamos.
Cuando vuelvo la mirada a la realidad no veo más que eso. Resentimientos más viejos que Matusalén haciéndose tinta en las plumas de los opinantes, imagen en las cámaras de los camarógrafos, voz en la garganta de los tertulianos. Eso no es malo, es normal. Lo malo es cuando todos nos aliamos para alentar el resentimiento. Sharon malo. Bush malo. Pinochet malo. Arafat bueno. Sadam Regulín. Castro regulín-que antes fue muy bueno- Lo cogemos lo procesamos y nos lo comemos con el ketchup de la ideología, que así se endulza mejor. Nos acostamos, nos dormimos y mañana, con la conciencia tranquila,-llena de agujeros del Tetris­- seguiremos envidiando al compañero de pupitre, al vecino de la parabólica, a la gorda que adelgaza…
Todo era explicable y todo tenía una explicación. En la ideología no hay fisuras. Millones de muertos después, vidas insufribles, tiempos parados, nos encontramos ahora con la reminiscencia de aquello todos los días. Stop. Prohibido ser mejor, prohibido destacarse. El Tetris tiene que ser ensamblado.

No hay comentarios: